Mariano...
está en todas partes y
en todo momento
y en todo objeto
y en toda planta
Y en cada animal y en cada agua y en cada cielo...
Diecisietes de octubre
Más de medio siglo...
pasado largo...
No era domingo...
Era sábado!
Yo, una adolescente de la época…
Yo, recién casi salida de nena…
cuando unos días atrás
mis senos se habían agrandado de amor
en las gradas de entonces
del Anfiteatro Municipal…
Y no fue inconsciencia ni arrebato…
Fue convicción, confianza,
necesidad de ambos
y nos entrelazamos de amor
en ese cuarto gris de la cortada Antequera…
No fue siquiera azar…
Para algo había sido criada
en una casa en donde se hablaba
de política y en donde nadie me prohibió
leer nada…
Y, si bien, me bautizaron y me hicieron
tomar la comunión
en la Iglesia del Carmen
y mi abuela Ana
me hacía rezar por las noches,
también es verdad que, cuando
me pasaba
a la cama de mis tíos abuelos,
la cosa cambiaba un poco con mi tío Anta.
Tíos abuelos sin hijos
con quiénes se había criado mi padre,
después de la viudez de mi abuela,
después de la muerte de Ramón Sebastián padre
a los 29 en 1931…
-Suicidio o asesinato-
[hasta ahora sólo hay constancia
por Documento del Juzgado de Azul
de que fue por arma de fuego]
y también hay constancia que fue uno
de los pocos que se opuso
al poder conservador del Caudillo Pumará
haciendo intervenir a la Corte Suprema de La Plata
y de que tenía un perro llamado Trotsky
y, que junto con mi otro tío abuelo,
Héctor Robiglio,
se había tiroteado con el mal afamado
Cura Trelles que era pro Pumará
y que en la cintura de su sotana
colgaba el crucifico y una pistola
como me lo contaban
en mi casa
y como lo describe también
en uno de sus cuentos Walsh, Rodolfo, que vivió por
esos pagos.
Y es así que yo leía desde chica, apenas
pasados los doce, trece años
los libros de la biblioteca familiar
desde Los siete
locos
-que fue el único que mi tío Anta me dijo
que era medio porno para mi edad-
a El amor libre de
Carlos Albert de los 1919 -20…
y sobre eso se
hablaba en mi casa
y más con mi tío.
Y es por eso que suelo decir que
mis rezos se cotizan más
porque soy una cristiana hiper
heterodoxa…
Además de hiper rebelde,
lo que hacía que, cuando me querían
callar, me dijeran “contestadora”
-típico epíteto de la época-
para los que discutíamos..
Y es por eso que hace medio siglo pasado
un sábado 17 de octubre
me entregué con seducción
de cuerpo y espíritu
a las delicias y dificultades
del amor físico.
No engañada… consciente...
tan consciente…
porque creía en que ninguno de los dos
lastimaría al otro…
Consciente en mis dieciséis años
y a sabiendas de que sólo
tendríamos un hijo
cuando lo quisiéramos buscar
los dos…
Y así fue…
Fue mucho después…
Después de la muerte
de Diego Ruy Frondizi
ese nefasto 8 de marzo de 1971
cuando empezamos a pensar
en un bebé…
Y finalmente vino..
Y vos estabas preso por política.
Y yo lo tuve en la Sardá…
Y llevé El Cid
de mi maestra y amiga Mecha
para que me aceptaran RUY
en el Registro Civil
porque en el listado de nombres
permitían “Roy”,
pero no RUY…
Y al final lo aceptaron!
Y así fue Mariano Ruy… con mi apellido
que,
después del 25 de mayo de 1973,
vos reconociste
y tuvo el tuyo y el mío.
Y ayer y hoy mucha gente
me desea «Feliz Día»
por mañana…
No por razones políticas
-que podría ser…-
Por «El Día de la Madre»…
Y pienso en ese 17 de octubre
de hace medio siglo largo que me abrió
totalmente a la sensualidad,
nuestros cuerpos en la cama,
en el suelo,
en los lugares más insólitos…
Y agradezco haber podido gozar
esos placeres con el cuerpo
y el espíritu jóvenes…
Pero me doy cuenta…
sé
que se puede olvidar
cualquier cosa…
nunca nunca nunca
se madre por voluntad…
ser madre…
Y… después esa trampa…
esa enfermedad súbita… artera…
perderlo de golpe
a ese hijo buscado con todo amor…
de enfermedad artera…
Y esto no tiene remedio.
Octubre
17, 2021.
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