domingo, 20 de enero de 2019


La guita

                        Versión libre de Mariano Ruy Labraña Sebastián
                        del poema de Horacio Ferrer

            En 1993 nos estábamos mudando de Amsterdam a Buenos Aires.
     Fui a Rotterdam despedirme de la gente de Poetry International, el festival más importante de poesía, especialmente de Martin Mooij, el Director.
            Martin me invitó para que fuera en junio a la versión 24º del Festival.        
       Entonces le sugerí que invitara a Horacio Ferrer. Me dijo que le habían hablado de él, pero que era sólo un poeta de tangos. Yo entonces le empecé a improvisar en neerlandés Me moriré en Buenos Aires…
            Se quedó encantado.
            Y ahí vino el otro “pero”… Me dijo: «Nadie va a poder traducir eso…»        
            A lo que ni corta ni perezosa, le respondí que lo haríamos Mariano y yo.
            Horacio Ferrer fue invitado. Viajamos juntos, él con su esposa, Lulú Michelli, y en el mismo avión iba también Roberto Juarróz.

Lulú MIchelli - Mabel González - Ana Sebastián




            
              No sólo fuimos invitados al Festival de Rotterdam sino también a Poetry on the Road, lo que significaba que íbamos a ir por diversas partes de Nederland –  Países Bajos.   


         Cuando llegamos, para nuestra sorpresa, las traducciones de Mariano y mías, con algunas pequeñas variantes, habían sido firmadas por otra persona.
            A Horacio, que tenía su temperamento sanguíneo, no le gustó nada.
         





 Cuando él recitó  -no leyó- causó sensación a punto tal que en un artículo de un periódico, Joe Baker escribió:

            “¿Tango sin música? ¿Es posible?  
            Anoche lo demostró el poeta Horacio Ferrer con sus recitados?

           

        Antes de ayer encontré en un cuaderno de apuntes de Mariano de 1993 algo que pensé que era un rap en neerlandés y le pedí a Benjamín, uno de sus amigos de Amsterdam, que me ayudara a traducirlo y me dijo que llamaría a Mo, Mohammed para hacerlo.


Mohammed De Booij viniendo a saludarme
y a conocer a Horacio en Poetry

            Pero ayer me puse a traducirlo yo y me di cuenta de que era su primera versión libre del poema de Horacio, La guita.



Manuscritos de la versión libre de Mariano

            
















Y aquí va la versión que ahora hice de su texto con algunas variaciones para conservar el ritmo y la rima:

Tener la vida es un tesoro y
el amor de Dios está en mí.
Si mis amigos son más que el oro...
sin dinero yo soy El Quijote en su rocín.

El hermano San Agustín decía:
“Feliz es el que desea lo que tiene.”

Guita… guita… guita… guita… mucha guita,
dólares, euros, francos, libras,
yens, money, centavos, moneditas!!!

En un lugar en donde nadie
vende nada, nada se vende
y se puede tener alegría y la misma riqueza
que, con el petróleo, Hussein puede tener.

Si no viene del laburo,
del humano empeño,
de un amigo o del azar,
la plata es pecado venal.

Guita… guita… guita… guita… mucha guita,
dólares, euros, francos, libras,
yens, money, centavos, moneditas!!!

Y… de Cadícamo son los versos:
“Si entre el lujo del ambiente,
hoy te arrastra la corriente,
mañana… te quiero ver!”

Rico es el que mucho tiene,
o el que poco necesita…
"No hay mortaja con bolsillos"
ni tampoco existe la Muerte-Card.

Si el corredor de la Bolsa piensa en dólares,
se imagina a Dios con guita para apostar.
Con la plata no podés comprar la adolescencia
o alquilar el cielo más allá….

Guita… guita… guita… guita… mucha guita,
dólares, euros, francos, libras,
yens, money, centavos, moneditas!!!

¿Quién tiene dólares suficientes
para comprarle a su vieja 
otra vida en la muerte?
Ni el reloj ni el amor
sufren inflación o dan intereses.

El hermano San Agustín decía:
“Feliz es el que desea lo que tiene”

Yo tengo a la mujer que amo
y eso es una fortuna magnífica….
Mariano Ruy Labraña Sebastián, 1993.

       
         Horacio Ferrer estaba tan encantado con sus traducciones que fuimos especialmente a comprarle una lapicera fuente que le quiso traer de regalo.

La Sheaffer Gold regalo de H. Ferrer

                 Mariano la conservaba como uno de sus tesoros.


           

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