34 meses sin vos...
Sé que cada día es más difícil...
Y
más cuando, como ahora, con restricciones que nos impiden movernos en época de
pandemia, no se te puede ni ir a ver para llorar en tu lápida, ponerte las flores, tocar el
mármol...
Y
me viene la noche y miro al cielo para ver si está la estrellita en que creo
que estás...
Y a menudo repito esa
triste verso de la Rima LXXII de Gustavo Adolfo Bécquer...
La repito en el
original:
«¡Ay, Dios mío, qué
solos
se quedan los muertos!»
Y la repito
invirtiendo el sentido...
«¡Ay, Dios mío, qué
solos
nos quedamos los vivos!»
Siempre
fui respetuosa de la muerte, pero nunca fui necrológica ni lo soy.
Pero
con vos es inevitable la pesadumbre.
Uno
de los pocos consuelos que tengo es a veces hablar o llorar con algún amigo
tuyo, con alguien que te haya querido, que te siga queriendo y, entre ellos,
aquí está uno que conocimos en Amsterdam, aunque a su madre la habíamos
conocido en Rio de Janeiro cuando vos eras mi compañerito de aventuras y
desventuras camino al exilio...
Y
esta vez este amigo es Emiliano Montenegro, el hijo de Lali y Marcelo, el
hermano de Sol y le pedí que escribiera algo y me dijo que trataría, pero que
quedó muy shockeado con tu muerte...
Igual el 19 de mayo me mandó este mail que reproduzco:
Emiliano
Montenegro
Estimada Ana.
Te mando mis reflexiones sobre mi
amistad con Mariano.
Mariano siempre fue un tipo de
hierro.
Me acuerdo cuando jugábamos a la
pelota en Amsterdam....
Y luego en Palermo, Buenos Aires.
Gran amante de la poesía, de la
psicología, de la filosofía, del rap, del tango, del jazz.
Fanático de River... Y yo también...
Y él, muy muy pasional.
Se calentaba mirando los partidos
de River.
Tuvo muchos amigos en Holanda, y
muchos amigos en Argentina.
Cuando estuve mal en Holanda me
ayudó muchísimo: un tipo de hierro.
Mariano fue un enorme amigo que siempre me ayudó en las
malas.
Él dijo que quería cambiar el
mundo...
Y una maldita enfermedad se lo
llevó.
Cuando me enteré lloré mucho.
Vanjia Ljujic, mi ex esposa y madre
de nuestra hija, Soledad Sofía, y yo fuimos
a rezar por él y le prendimos dos velas en la Iglesia Ortodoxa Serbia de dónde ella es muy
devota.
Amigo de sus amigos...
Un abrazo,
Saber que tus amigos te querían y te quieren así... tanto... me
hace bien...
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